sábado, 5 de febrero de 2011

La mar, el mar, maldito mar

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Fueron quince días con sus noches los que madre se pasó acurrucada en el cantil, escrutando la mar embravecida que se tragó, en una tarde de galerna, a "La Galana II" con todos sus tripulantes, por dar sepultura a padre en tierra firme para que, al menos, su espíritu pudiera descansar como Dios manda de sus cincuenta años de faena y mal vivir.


Fueron quince días, con sus noches, con los ojos enrojecidos por el pasmo.


Y esperó inútilmente.

Cuando los hubo cumplido, como un rito, nos cogió de la mano, mandó decir una misa, tapió las ventanas que daban al cantil y jamás volvió a mirar al mar.

Nunca más.
Nunca más.
Nunca más.

Hasta su muerte.


8 comentarios:

Manuel dijo...

Me acuerdo Flecha de las ánimas benditas del purgatorio. Este cuento misterioso es un canto de lo que el mar se traga. Un canto de amor a las duras marejadas de la existencia.

Francisco Flecha dijo...

Amigo Manuel: es un pequeño guiño a las viejas creencias de los pueblos del poniente que venía a decir que hasta que mientras los muertos no descansaran en la tierra, sus espíritus seguirían vagando sin encontrar el descanso.
Por eso los pueblos marineros desean que sus hombres vuelvan a tierra.

Vivos o muertos

Unknown dijo...

Lo bueno si breve....
Aquí concentras en un puñado de palabras la historia de una vida.
Felicidades

Mauro Navarro Ginés dijo...

Me huele este cuento a pueblo marinero,me sabe a lagrimas de sal, a resignación, a la dureza de la vida profunda y sumergida en la escasez. Un canto al amor y a la desdicha. Sublime

wanik dijo...

me pareció precioso.

Rosa

wanik dijo...

me pareció precioso.

Rosa

Francisco Flecha dijo...

Muchas gracias, Rosa
Un saludo

Francisco Flecha dijo...

Amigo Mauro:
sobre todo he querido decir que el cuentista, para trasmitir emociones no necesita poner muchos adjetivos. Hay cosas que trasmiten emociones por sí solas. Con palabras lo más desnudas posible.

No sé si lo he conseguido del todo.
Saludos