martes, 18 de mayo de 2010

Educando a Tarzán

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DE NACIONALISMOS Y OTRAS PESTES DE LA JUNGLA


A Chita, la verdad, le resultaba insoportable la intransigencia, el cerrado dogmatismo, la estrechez de miras y horizontes de la manada de hipopótamos que, tal vez por su tamaño, por la dificultad de moverse (o por simple y pura pereza) jamás habían salido del meandro abandonado del Gran Lago y del apestoso lodazal donde pasaban las horas revolcándose en el barro.


Y, sobre todo, el altivo desprecio con que hablaban de todo aquello que desconocían o que resultaba ajeno a sus costumbres.


Cuando Tarzán le preguntó por la razón que explicara todo aquello, Chita recurrió al recuerdo de sus lecturas de otros tiempos.


- "Ya lo dijo Pascal, hijo, ya lo dijo.  Que no es cosa de ayer ni de estos días.  Que el origen de todo ese dogmatismo, de ese orgullo ensimismado y excluyente surgió el día aquel de hace ya siglos en que el cura de la aldea, al ver llover desde la torre de la iglesia, subió al púlpito y anunció, enardecido, el comienzo del Diluvio Universal.


Ya ves, Tarzán, hijo, una vieja enfermedad que dicen falsamente que se cura viajando.  Y no es cierto.  Porque, incluso en ese caso, conviene ver el mundo como si ahora mismo lo estuvieras estrenando".




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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y es verdad. Aunque a los hipopótamos los llevara la corriente hasta el mar, se seguirían revolcando en el barro, los muy cretinos.

Francisco Flecha dijo...

Cierto, Alberto. Igualito que le pasa a mucha gente, los muy cretinos.
Saludos