jueves, 25 de diciembre de 2008

24 de diciembre, por la noche

.


.

En el Hogar del Transeunte ha terminado la cena que los alojados han consumido en silencio, como siempre.

Hoy tenía pretensiones de gran lujo: Consomé al Jerez, langostinos con salsa mayonesa, muslo de pollo con patatas, melocotón en almibar, polvorones y sidra achampanada.

Es Nochebuena también en esta casa. Se han apagado las luces a las once. Media hora más tarde que los días de diario.

A la doce, María la portuguesa se ha puesto de parto y, en veinte minutos, acurrucada y sin ayuda, como las viejas hembras de esta raza milenaria, ha echado al mundo una niña morena y pequeñita que nace ya con el destino prefijado de ir de aquí para allá dando tumbos como han hecho, antes que ella, su madre, su abuela, la abuela de su madre y la abuela de su abuela.

Qué se le va a hacer, no a todos los que nacen en Nochebuena les vienen a adorar Reyes Magos, obispos y pastores

.

6 comentarios:

More dijo...

Pero sí, la mayoría son rucificados aun no naciendo bajo esas circunstancias.
"Nunca es triste la verdad: lo que no tiene es remedio"
Abrazos.

Francisco Flecha dijo...

Ya lo advierte también el villancico:
"Las pajas del pesebre
niño de Belén
hoy son flores y rosas
mañana serán hiel
Saludos, More Baker

Anónimo dijo...

Buena cena.

Francisco Flecha dijo...

La noche lo merece

Cecilia de la Vega dijo...

Qué bueno que no terminó en parábola... las cosas como son, las prefiero así.

Feliz Navidad pasada!

Francisco Flecha dijo...

El evangelio profano no tien palabras, sólo sucesos.
Saludos, Quillén y que tengas un buen año