lunes, 22 de octubre de 2007

Heridas del desamor

Bien claro lo dice la sabiduría popular: "el tiempo es la mejor medicina para curar las heridas". Y es cierto. Después de cinco años, aquella herida que le produjo la ruptura estaba ya total y definitivamente cicatrizada. Sólo quedaba un pequeño resquemor al recordar los reproches que le dejó escritos en el papel de despedida que se encontró al llegar a casa en el mueble de la entrada:

" Que ahí te quedas, que estoy harta. Harta de hacerte de criada. Harta de haber gastado mis años de mujer en tan insignificante compañía. ¡Perdedor!, que eso has sido siempre: un perdedor. Mientras tus amigos progresaban tú me has tenido condenada a vestirme en mercadillos y en la ropa de los chinos, a vivir en esta cuadra, a viajar en tu asqueroso R-12 y a tu absoluta incompetencia en la cama. Ahora que me voy, que lo sepas, que el único que me ha hecho gozar como Dios manda ha sido Macario, ese inútil (según tú) al que tantas bromas le gastabas"

Pues bien, todo aquello ya apenas le importaba. Pero lo que no podía soportar, después de tanto tiempo, era ver a Macario en su R-12, tan ufano.