A veces me desanimo. No sé qué aspecto de la vanidad queremos satisfacer con la cosa esta de escribir, si lo que hacemos sólo llegan a apreciarlo los más próximos (y no todos).
Se dice que Camilo José Cela, con ser Camilo José Cela, pasó por uno de esos momentos de embarazo un día que, casualmente, se había ido de putas con unos amigos.
Y metidos en tal trance, la maestra
-Y tú ¿a qué te dedicas, chato?
-Soy Académico de la Lengua.
¿Anda, quita p’allá, cacho guarro!
Pequeñas historias de un reino que dicen que existió por estos valles cuando los osos cazaban a los reyes en justa represalia a sus ballestas y que, tras largos y gloriosos años de rencillas cazurras entre hermanos, cuchilladas certeras entre abades y fieros mordiscos silenciosos y canallas se ha ido acurrucando entre aquello que queda de dos rios y donde sueña enfebrecido, todavía, agitando la bandera, algún caudillo.
sábado, 1 de septiembre de 2007
El Académico
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