miércoles, 6 de junio de 2007

BARRIO CHINO

Lo cierto es que Juan Antonio, natural de Zambroncinos y conductor de autobuses de "La Paramesa, SL", que hacía a diario la línea León-Valcabado, con domicilio en la calle Tres Mitras de la capital, casado con Celestina y padre feliz de tres hijos (dos niñas y un niño) y que los domingos y festivos, cuando libraba, solía completar sueldo y jornada con alguna excursión del Inserso a Portugal, El Escorial, Salamanca o Santiago, era, dicho sea con todo el respeto para él y sus deudos, un poco corto de luces y ligeramente gangoso, por añadidura.

Estas dos circunstancias, que tampoco es para tanto, le hacían el blanco de rechiflas y cuchufletas en los corrillos de conductores a la espera de la vuelta después de que la tropa de chavales hubiera ganado el jubileo y trotado por las rúas y los bares.

En una de éstas, contaba Juan Antonio su último viaje a Barcelona cuando, buscando un sitio para tomar un bocadillo, se encontró, de pronto, en pleno fragor del Barrio Chino

- Y ¿qué había, Juan Antonio?
- Putas, muchas putas.
- ¿Putas?, ¿Qué es eso, Juan Antonio. Pero, ¿qué es una puta?.
- Hombre, hombre, no me jodas ¿Qué va a ser? Pues una mujer como la tuya.

Y es que, como suele ocurrir, a veces, también él, soltaba verdades como puños.

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