Lorenzón, por mal nombre el mediapicha, asturiano de una pieza, vaquero en Cabañaquinta, sin más bienes que lo puesto y un cuarterón de tabaco, harto de andar por las brañas, se echó a los caminos de Dios a ejercer el viejo oficio de pobre, que es oficio de buen apaño y poco riesgo si tienes la precaución de hacerlo lejos del pueblo. Oficio que apenas pide herramienta o aparejos: dar recao si te lo piden, ser modoso con la gente, huir de los sacristanes, ser tonto si te lo llaman y azorrao si te conviene.
Con esto, que no es para tanto, aseguras la noche por los pajares, una escudilla de sopas y hasta vino
por san Roque.
Pero en esto está el
oficio: en lograrlo sin parecer que lo pides.
Que, al principio,
Lorenzón llegó una noche de febrero a Redipuertas y un alma como Dios manda,
por quitarle de la helada, le ofreció, caritativa:
-Pasa aquí pa’ la cocina
y nos cuentas algo mientras cenamos.
Eran doce a la mesa,
atacando las patatas con costilla con la prisa que da el hambre y la escasez de
la comida.
Y Lorenzón, en un rincón,
ajeno a la ceremonia, como si ya hubiese cenado.
-Y ¿qué hay por Asturias,
Lorenzo?
-Pues nada. Qué ha de
haber. Lo de siempre. Telares y
desconciertos.
-Cuenta, cuenta,
Lorenzón, hombre y no te achiques.
-Pues nada, ya vos digo. Allá en el Puerto que la gocha de Antolín ha
parido trece crías.
-Y eso ¿qué tiene de
malo?
-Pues según como se
mire. Que como la gocha sólo tiene doce
tetas, viene a pasar lo que está pasando aquí: que mientras doce comen tan
orondos a otro le toca mirar.
1 comentario:
Qué tiempos en que se permitía la entrada de un desconocido a la casa!Ahora en algunos lugares se vive tras rejas en las ventanas,en las puertas.Nadie atiende al desconocido que agita una campanilla.Cuando la señora de la casa sale a la vereda a depositar la bolsita de residuos,mira a derecha e izquierda,observa los follajes de los árboles.Y recién ahí se atreve a abrir la puerta de la verja.Un saludo.
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