Me llamo Quian Long, y soy emperador de China
José Antonio Llamas
Recluido en un apartado cuarto,
que llaman “de las tres rarezas”
de la Ciudad Prohibida ,
perfecciono mi caligrafía.
Nadie perturba mi retiro,
y así puedo entregarme a la dulzura
de mis propios pensamientos;
y ahorrarme los suplicios
de rubricar las condenas
que mis chambelanes me presentan cada día.
Hasta que no alcance la perfección,
no debo signar condena alguna.
Para conseguirla, practico
los esmerados y armoniosos caracteres
de complicado trazo
de la escritura china.
De esa forma, he logrado aplazar la muerte
de mi quinta esposa, una preciosa muchacha
llegada desde las cataratas del Yang Tsé
procesada por haber intentado darme un beso en la mejilla.
Recluido en este cuarto de Las Tres Rarezas
pulo mi alma para hacerme digno
de que ella llegue a perdonarme un día .
Y si ese día fuera hoy,
y se lo pido a los dioses mis ancestros,
me sentiría el más feliz de los hombres
pues, desde mi ventana,
estoy viendo los almendros florecidos.
Me llamo Quian Long;
dicen que soy un dios,
y soy Emperador de China;
pero me niego a ser un asesino.
.
1 comentario:
Un bello poema dentro del clima tan oriental,donde es posible tomar una cucharilla de tiempo y luego derramarla sobre los oros incendiarios del ocaso.
Cordiales saludos.
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